Este tipo de trastorno, puede presentarse en la niñez y generalmente lo hace en la adolescencia. El paciente comienza a tener conductas e ideas que son extrañas. Y que el se da cuenta de que son absurdas e irracionales, pero no puede detenerlas: obsesiones. Por ej: lavarse las manos con excesivas frecuencia sin poder dejar de hacerlo. Se baña a veces varias veces por día o resulta excesivamente ordenado con la ropa a la que debe acomodar de una forma determinada.
Las variantes y acciones pueden ser miles y resulta imposible describirlas a todas, pero en general tienen una característica común. Son ideas, pensamientos o compulsión de realizar acciones determinadas que se imponen al sujeto quién, a pesar de reconocerlas como ilógicas o absurdas no puede evitar de llevarlas a cabo, ya que de otra forma se apodera de él una sensación de angustia con temor de que algo malo va a ocurrir.
De esta forma el sujeto perderá horas lavándose o bañándose, tocará determinado número de veces los botones del televisor, cambiará de emisora varias veces, evitará tocar picaportes u objetos considerados sucios, se vestirá de una manera determinada o recorrerá un camino similar cientos de veces.
Tendrá pensamientos repetitivos, absurdos y parásitos que se presenten sin desearlo de manera recurrente.
En otros casos el fenómeno se inclina hacia lo compulsivo: El sujeto ve una tijera, o vidrio rotos y teme sufrir el impulso de clavárselo a un ser querido. Siente la compulsión de robar un objeto, de realizar un acto cualquiera, dar un beso, orinar en determinado sitio o realizar una maniobra absurda o golpear a una embarazada.
Este cuadro, denominado trastorno obsesivo compulsivo afecta a un número importantísimo de personas que generalmente lo sufren en silencio. No interesa el nivel cultural ya que hemos visto muchos profesionales que lo sufren. Es así muy común ver pacientes sufriendo este trastorno obsesivo compulsivo, algo más frecuente en los hombres, aislados socialmente.
El cuadro tiende a cronificarse determinando después de algunos años episodios depresivos secundarios generalmente severos y con alto riesgo de suicidio.
Una “epidemia oculta” como fue denominada ya que llega a afectar al 2,5% de la población ; es decir 1 de cada 50.Pero generalmente tardan mucho tiempo en acudir a la consulta.
Esto indica claramente una enorme tendencia al ocultamiento o desconocimiento del tema por parte de los pacientes y de los médicos peor aún considerando que los nuevos tratamientos producen notable alivio sobre los síntomas, restableciendo la capacidad laboral del paciente.
Las características muy particulares hacen que el paciente lo viva con prejuicio y vergüenza, no contándole ni siquiera al médico su verdadero problema, cuando éste no alcanza a interpretarlo creyendo que se trata de una mala costumbre, una ” manía ” o algún maleficio oculto que debe ser consultado con alguno de los brujos de turno.
En otros casos el ” yo soy así ” justifica el cuadro, que persiste durante años arruinando la calidad de vida del paciente, restándole capacidad de concentración y trabajo y a veces sumiéndolo en interminables rituales que intentan controlar la situación.
En estudios recientes, se han descubierto mecanismos bioquímicos de desbalance en el funcionamiento del sistema nervioso central de éstos pacientes, quienes pueden ser muy bien compensados con un tratamiento adecuado llevado adelante por un especialista.
Lo importante, como siempre, es no ocultar el problema, no temer sacarlo a la luz y solucionarlo evitando los pensamientos sobre la insolubilidad del problema.
Hoy los tratamiento farmacológicos en primer lugar indicados por un médico especialista y luego la Terapia Cognitivo Comportamental permiten que el paciente reduzca su problema a punto tal que pueda llevar una buena calidad de vida. Y hasta en algunos casos la recuperación total.
Dr. Oscar R. Carrión