La artritis puede empeorar la calidad del sueño, en especial si el dolor está mal controlado o los pacientes están deprimidos o ansiosos.
NUEVA YORK.- “La prevalencia de las alteraciones del sueño en las personas con artritis fue muy alta: del 23 por ciento, o más de 10 millones de estadounidenses”, dijo el doctor Grant Louie, de la Escuela de Medicina de la Johns Hopkins University.
En cambio, en las personas sin artritis esa prevalencia fue de apenas el 16 por ciento.
Louie dirigió el estudio cuando trabajaba en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. Con su equipo quiso comprender mejor la relación entre la artritis y los problemas del sueño.
El grupo analizó datos de 23.134 mayores de 18 años que habían participado en la Encuesta Nacional de Salud del 2007. Todos habían aportado información sobre distintos temas, como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la dieta, el ejercicio, el peso, el sueño y las enfermedades crónicas. A casi el 20 por ciento se le había diagnosticado artritis.
Existen dos tipos de artritis: la inflamatoria y la no inflamatoria. La más común es la osteoartritis no inflamatoria (rotura del cartílago articular), que aparece por una lesión, el envejecimiento u otras causas. Pero el equipo no distinguió entre ambos tipos.
A diferencia de las personas sin artritis, aquellas con la enfermedad eran casi tres veces más propensas a tener uno o más problemas de sueño: no poder dormir (insomnio), somnolencia diurna excesiva o dormir menos de seis horas.
Los problemas del sueño están asociados con otras enfermedades, como el reflujo gastroesofágico, la obesidad, la diabetes y las cardiopatías, que el equipo tuvo en cuenta para el análisis.
Los autores hallaron que aun con otros problemas, las personas con artritis seguían siendo más propensas a tener problemas del sueño que el resto sin artritis.
La mayoría de los problemas para dormir estuvieron asociados con el dolor y las limitaciones de movilidad de las articulaciones.
En otras palabras, el dolor y la movilidad articular podían predecir mejor los problemas del sueño que el diagnóstico de artritis, publicó el equipo en Arthritis Care and Research.
Pero lo más sorprendente, dijo Louie, fue la frecuencia de las alteraciones del sueño en los pacientes con artritis que habían sufrido ansiedad o depresión el año previo.
“La depresión y la ansiedad fueron los factores más importantes” para identificar qué pacientes con artritis tendrían los tres desórdenes del sueño: insomnio, somnolencia diurna y dormir menos de seis horas.
Los pacientes con artritis y problemas gastrointestinales superiores (úlceras, reflujo o acidez estomacal) eran especialmente vulnerables a los trastornos del sueño, algo que influye en el tratamiento del dolor.
Eso se debe a que “muchos analgésicos para el dolor de la artritis pueden causar síntomas gastrointestinales como efecto adverso”, apuntó el equipo.