La hepatitis C afecta a más de 170 millones de personas en el mundo, de las cuales la quinta parte desarrollará cirrosis. Además, las enfermedades relacionadas con esta enfermedad son la principal causa de los trasplantes hepáticos.
Pese a estos datos, la única opción terapéutica que hay para estos pacientes -inyecciones de interferón más pastillas de ribavirina- tiene dos décadas de antiguedad, una tasa de eficacia que no supera el 40% y muchos efectos secundarios.
Una nueva combinación de fármacos -más fácil de tomar ya que son los dos orales- podría acabar con este problema y revolucionar el tratamiendo de este trastorno, según los buenos datos que han mostrado en un estudio aún en fase preliminar.
Un equipo de investigadores de distintos centros de Australia y Nueva Zelanda contaron con 88 pacientes con hepatitis C crónica de genotipo 1 (la forma más común y difícil de tratar). Algunos nunca se habían medicado antes y otros no habían respondido bien a la terapia con interferón. Los autores los asignaron a varios grupos: 74 recibieron distintas dosis de los dos nuevos fármacos -el RG7128 (un inhibidor de la polimerasa) y el danoprevir (un inhibidor de la proteasa)- y 14 tomaron un placebo.
Según publican en la revista ‘The Lancet’, los nuevos productos fueron bien tolerados en general y no provocaron más efectos secundarios que algún dolor de cabeza o náuseas en pocos casos.
Aquéllos que nunca se habían tratado recibieron las dosis más altas (1.000 mg del RG7128 y 900 mg de danoprevir dos veces al día) y redujeron la presencia del virus en la sangre hasta niveles indetectables a los 13 días de iniciar el tratamiento. Quienes ya habían tomado antes el interferón y la rivabirina también mejoraron con la nueva terapia, aunque no con tanto éxito como los primeros. Por el contrario, quienes recibieron un placebo empeoraron.
Sin embargo, como todos los pacientes empezaron a tomar el interferón y la rivabirina nada más completar el estudio, se desconoce la eficacia de la nueva terapia a largo plazo, un aspecto que se debe investigar.
Aunque este estudio, denominado INFORM 1, es muy preliminar, pues está en fase 1, los autores consideran “que abre una nueva puerta al desarrollo de nuevos fármacos para la hepatitis y supone una esperanza para los pacientes”.
David L. Thomas, de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), explica en un comentario que acompaña a este trabajo que “por primera vez en dos décadas la larga espera para ver nuevos tratamientos que combatan la hepatitis B está a punto de acabar”.
No obstante, recuerda que de los 170 millones de personas con hepatitis C, tan sólo una mínima parte empieza el tratamiento. En Europa, sólo un 16% de los pacientes está en terapia. Por lo tanto, “aunque la llegada de nuevos fármacos, más fáciles de tomar y más seguros, es una necesidad, también conviene extender las pruebas de diagnóstico y concienciar a la población sobre este problema de salud”.