Los betabloqueantes ya no son el mejor tratamiento para la hipertensión.Según un artículo publicado el 28 de junio de 2006 en The Guardian, el organismo de control del gobierno advierte que alrededor de 2 millones de personas que padecen de presión arterial alta deberían cambiar su tratamiento de betabloqueantes por un fármaco más moderno.
Según una guía publicada por el National Institute for Clinical Excellence (Nice), la mayoría de los pacientes debería pasar a utilizar un fármaco ligeramente más caro, pero que disminuirá su riesgo de diabetes y reducirá en un 50% el de apoplejía. Sólo las pacientes que puedan estar embarazadas, los que tengan una angina o los que no hayan sufrido efectos secundarios y su presión arterial esté perfectamente controlada deberían continuar con el tratamiento de betabloqueantes. El Nice calcula que pueden ser 1 de cada 5 (o incluso menos) de los 2 millones de pacientes que siguen este tratamiento.
Un grupo de médicos afirma que los pacientes no deberían asustarse ni dejar de tomar los betabloqueantes de repente. “Es importante transmitir el mensaje de que los betabloqueantes son unos medicamentos efectivos. Simplemente, son menos efectivos que algunos de los nuevos fármacos”, señala Gordon McInnes, vicepresidente de la Hypertension Society, que colaboró en la guía con el Nice.
Según Graham MacGregor, presidente de la Blood Pressure Association: “Esto supone un gran avance en el tratamiento de la hipertensión”. Unos 6 millones de adultos de Inglaterra y Gales padecen de hipertensión y reciben medicación para este problema.
Los betabloqueantes reducen el riesgo de infarto en un 20%, pero las nuevas investigaciones, entre las que se incluye un ensayo clínico con 19.000 pacientes, muestran que al cambiar el tratamiento de betabloqueantes por un nuevo fármaco, no sólo se reduce el riesgo de infarto en un 20% sino que, además, se reduce en un 50% el de apoplejía. Por otra parte, los betabloqueantes incrementan en un 20% el riesgo de padecer diabetes de tipo-2.
En cuanto al aspecto económico, con el cambio de tratamiento, el gasto en medicamentos aumentaría en unos 58 millones de libras, pero al mismo tiempo, el NHS se ahorraría unos 250 millones de libras, al reducirse el número de infartos y apoplejías.