…”y 1…y 2…y 3…y 4…y 5…y 5 más!
Vamos chicas que hay que bajar la pancita antes que llegue el verano!!! El profesor anuncia que los jueves se abrió clase de spinning, y es buenísimo para bajar de peso y tonificar.
Ring…ring…contesto el mensaje de texto y sigo con la rutina de glúteos….y arriba, y abajo! Vamos que hay que tener la cola parada! Y dos series de 25 más.
La música acompaña, es tan electrizante como lo que sienten mis músculos en este momento….trato de concentrarme en otra cosa, como para que no duela y pienso mientras tanto en las compras del supermercado. Dos compañeras de clase hablan sobre las discusiones mediáticas que vieron anoche en televisión, y mientras otra no sale del estupor porque vio el noticiero de la mañana…
En el Spa no hay más turnos disponibles para masajes (obviamente reductores!), y dos ejecutivos salen de una sesión de sauna “súper express”, donde al parecer lograron aflojar solo el nudo de sus corbatas.
Hago un stop, voy al bar…todo es agua mineral y banda ancha. La gente descansa mientras lee su correo electrónico, otros hablan por teléfono a los gritos, tratando de solucionar el mundo en un llamado, y una madre, frente al soleado ventanal, corre acalorada sobre la cinta mientras sus hijos están en la clase de natación…”
Basta ya! Time out.
Hora de reflexionar seriamente sobre la gran diferencia que existe entre el bienestar, es decir “bien-estar” y lo que el modelo sociocultural actual nos vende como conducta saludable.
Nos desbordan los excesos, y es el cuerpo quien paga la cuenta.
Escuchamos al cuerpo? Escuchamos con seriedad sus señales? o solo alertamos los gritos de un cuerpo enojado?; Un cuerpo cansado de la postergación del “mañana empiezo” y del sucesivo maltrato. Y así vamos…y así seguimos… emitiendo señales que no decodificamos con nuestro propio radar, hasta que finalmente se gatilla la enfermedad.
La gran mayoría de las veces ignoramos la correspondencia que existe entre nuestro cuerpo físico, y los procesos psicoemocionales; preferimos desconocer que cuando el cuerpo habla, afectos trae (y cuando grita, trae sus efectos) Entonces, mientras no escuchemos, mientras prefiramos obviar, mientras sigamos adhiriendo a las desmesuradas exigencias del modelo ideal; seguiremos condenados a tratar la sintomatología a través del dolor y cuadros clínicos cada vez más graves (a veces con daños irreversibles ).
Es verdad que no podemos parar? Es verdad que detenernos un minuto nos deja fuera de carrera? Nos corre una vorágine –que supuestamente tiene meta exitosa- y nosotros entramos en esa maratónica manera de vivir…vivir les dije???
Durante la sobremesa la abuela hizo una reflexión simple y nos dejo pensando. Dijo: “Cuando yo era joven mucha gente se moría del corazón, se decía tuvo un infarto; ahora les explota la cabeza…no se entiende mas nada…piensan que todo lo pueden…y no se puede con todo…”
En estos últimos años algo parece haber cambiado bruscamente (tal vez la palabra indicada sea “violentamente”) y es una gran alerta:
lo que era asumir responsabilidades es ahora soportar exigencias extremas; el cansancio se convirtió en agotamiento, cuadros de stress, fatiga muscular; el decaimiento en depresiones difusas, abulias, trastornos de ansiedad; al parecer la diversión mudó al concepto de “salir de caravana”; brindar con un rico vinito en mezclar tragos hasta perder la noción del tiempo y del espacio; el estar saludable se mide en extrema delgadez; y el estar atareado con el trabajo o una entrega es la figura alienada del workaholic. Qué nos pasa?
Estallidos, explosiones, roturas, desbordes, brotes…
Pobre de nuestro cuerpo transportando esta locura.
Basta ya!…que va a estallar……