En el último tiempo en que nos ha tocado transitar y atravesar una pandemia como la del COVID 19, hemos aprendido -entre muchas otras cosas- lo importante que es la salud para nuestra vida cotidiana.
En general recurrimos a la consulta médica frente alguna afección o dolencia, pero en estos tiempos, como nunca antes, fuimos internalizando que hay distintos hábitos de cuidado que podemos poner en práctica todos los días y que tenemos a nuestro alcance para vivir de una forma más saludable.
Sin lugar a dudas, más allá de la incertidumbre con la que hemos convivido al enfrentarnos con una enfermedad nueva, con el correr de los meses hemos incorporado con mayor naturalidad, desde la higiene postural o la alimentación responsable hasta una mayor conciencia en la prevención, por citar algunos ejemplos. Nuevas costumbres que seguramente nos seguirán acompañando, aun cuando finalmente lo más peligroso del virus pueda ser controlado.
Buenas prácticas, a las que podemos sumarle que culturalmente también estamos comenzando a darle un lugar más preponderante a la actividad física.
Saludablemente, hemos comprendido que la salud es todo eso, al igual que el manejo de las emociones y de nuestro cuerpo, y que una buena meditación o el yoga pueden colaborar con un mejor pasar.
Sin embargo, todo este saber que vamos aprendiendo -producto de la amenaza del virus, el distanciamiento y los nuevos formatos de convivencia con los demás- no siempre es fácil de llevar a la práctica. Sin dudas, puede haber situaciones económicas, emocionales o de falta de tiempo “libre”, que muchas veces impiden que cambiemos prioridades. Pero, justamente, y permítanme el juego de palabras, es tiempo de que lo hagamos. Porque además de ser oportuno, hacerlo es más sencillo de lo que muchas veces creemos.
Es posible dar un paso más -de la teoría a la acción- para lograr poner en práctica distintas herramientas que nos hacen sentir bien. La idea de una salud integral es vital para que podamos lograr una sociedad más armónica, donde seguramente tenemos mucho para resolver, pero donde también se ha tomado más conciencia de que nuestro cuerpo es uno solo, y que no podremos reemplazarlo por otro.
En definitiva, ampliamos nuestra concepción de la salud y estamos construyendo un nuestro vínculo con ella. Inclusive los medios de comunicación sumaron espacios con la participación de especialistas de distintas disciplinas. No solo los epidemiólogos, sino también traumatólogos, nutricionistas, psicólogos o profesores de educación física, como en mi caso, entre otras especialidades.
Valga como ejemplo la experiencia que semana a semana tengo la oportunidad de compartir gracias a Natalia Paratore y a la Televisión Pública. A través del programa En Casa Salud (lunes a viernes a las 9.30) tengo la magnífica posibilidad de llegar a todo el país con consejos y técnicas, a las que a muchos argentinos les resulta difícil acceder de otra manera.
Es necesario seguir sumando espacios para comunicarnos y compartir la importancia de lograr extender prácticas saludables a toda la población.
El ejercicio físico, el yoga, las técnicas de respiración, o cualquier otra actividad que nos ayude a equilibrar las energías, administrar los esfuerzos y el descanso.
Creo, en este sentido, que nuestra tarea como especialistas es complementar nuestra labor profesional con la divulgación. En tiempos como los que vivimos, más que nunca ha quedado demostrado que el conocimiento necesita ser compartido. Que tiene mucho valor llegar a tiempo con la información. Que el saber, por más simple que pueda parecer, libera y salva vidas.
Debemos aprovechar los medios masivos, las redes sociales, la tecnología para que haya mayor acceso a la salud, en toda su dimensión.
Son tiempos complejos, pero también tiempos de un mayor protagonismo de la salud, en el que estamos aprendiendo a manejar la incertidumbre y a cuidarnos. Es tiempo de que podamos vivir de manera más saludable.
*Prof Educación Física (UNLP), Prof. yoga terapéutico, Yoga kriya, instructor pilates RSC/RMP. Columnista del programa @encasasaludok