Las presiones laborales, la competencia por tener una mejor estatus económico y la violencia, son factores que provocan depresión y ansiedad.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Voz Pro Salud Mental, las enfermedades mentales afectan a una de cada cuatro familias. Uno de los factores que ha provocado el aumento en el índice de los trastornos mentales es la modernidad, que conlleva aspectos de presión como es mayor competencia interpersonal por destacar en la escuela o el trabajo, carácter social al luchar por mantener un estatus económico, así como una mayor violencia registrada en todo el mundo.
Hay otros factores como es la moda, el ser extremadamente delgada te lleva a trastornos alimenticios como la anorexia o labulimia, que antes no existían; o el consumo de drogas que aumenta en los adolescentes que pretenden pertenecer a un grupo, pero que a la larga los lleva a situaciones de depresión y ansiedad.
Hay otros factores sociales-personales, como son una situación de duelo muy fuerte por la muerte de un ser querido un rompimiento amoroso, el sufrir un accidente, problemas de desintegración familiar como es el divorcio de los padres, etcétera.
Así lo explicó a SUMEDICO la doctora Blanca Estela Vargas Terres, directora de Enseñanza del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz, al indicar que están también los aspectos genéticos, conocidos como hereditarios.
Trastorno mental y locura no es lo mismo
Ante la multiplicidad de factores que intervienen para que se registre una alteración en la salud mental, puntualizó, es necesario que padres, hermanos, todos pongan atención ante la posibilidad de que un integrante de la familia sufra de un trastorno en su salud mental.
De acuerdo con el órgano informativo del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, “las enfermedades mentales son desórdenes en el cerebro que alteran la manera de pensar y de sentir de la persona afectada, al igual que su estado de ánimo y su habilidad de relacionarse e identificarse con otros. Son causadas por desórdenes químicos en el cerebro, las cuales pueden afectar a personas de cualquier edad, raza, religión o situación económica”.
La doctora Vargas Terres puntualizó que existe una gran diferencia entre trastorno y locura.
“En la locura, las personas sufren de alucionaciones, tienen ideas delirantes, están desconectados de su realidad”; sin embargo, subrayó, estos pacientes se pueden controlar e incluso pueden convivir con la sociedad de una manera estable.
Trastornos psicóticos
Por otra parte están los trastornos psicóticos, que son de carácter químico, “esto es porque no hay una buena cantidad de neurotransmisores y, por ende, no hay una buena comunicación entre estos; también está la situación anatómica porque puede haber diferencias en el cerebro, como que el hemisferio derecho está más pequeño que el izquierdo; también está lo concerniente a los genes, es decir, la existencia de un determinado gen que genera un compromiso –riesgo- de un trastorno mental”.
Hay casos más complejos, como la bipolaridad, “derivados de una situación compleja, donde hay una relación entre lo social y lo biológico. Es decir, puede haber una tendencia genética o un mal funcionamiento entre los neurotransmisores, pero la enfermedad se puede detonar por una causa social externa”.
Están además los que son trastornos emocionales, como la depresión o ansiedad, derivados de factores externos, como pueden ser los casos que en la infancia registraron violencia, maltrato, violación sexual, etcétera.
Pero también está lo concerniente a episodios inmediatos, como es un divorcio, la muerte de la mamá o de un gran amigo, la pérdida de empleo, entre otros aspectos que se deben de tratar de inmediato, pues si no se hace, es posible que te lleve a padecer durante años un trastorno emocional, como es la depresión que es el más grave en México, destacó la doctora Estela Vargas.
Pero además están los padecimientos mentales degenerativos, que comienzan a registrarse después de los 65 años, se le llama demencia senil (pérdida paulatina de las funciones intelectuales), ya sea por Alzheimer o problemas vasculares, cuya incidencia aumenta después de los 70 años.