La realidad actual de la enfermedad se analizará en el XVII Congreso Argentino de Diabetes a realizarse del 21 al 23 en Mar del Plata. En 2030 habrá 366 millones de afectados. La falta de control acarrea graves complicaciones micro y macro vasculares.
La diabetes es una epidemia mundial. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en el año 2000 existían 120 millones de diabéticos, y se espera que 366 millones de personas convivan con la enfermedad para el 2030. Esta realidad se potencia porque está estrechamente asociada a la epidemia de obesidad que crece en el mundo, y mas aún cuando obesidad, insulino resistencia y diabetes van de la mano.
Este será uno de los temas que analizarán los profesionales argentinos y extranjeros durante el XVII Congreso Argentino de Diabetes que organiza la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), y que se desarrollará entre el jueves 21 y el sábado 23 en el Gran Hotel Provincial de Mar del Plata.
No es algo leve
La diabetes no es una enfermedad leve. La hiperglucemia crónica (glucemias mayores a 100- 140mg/dl) por falta de control y tratamiento adecuado, determinan el terreno para desarrollar las complicaciones microvasculares (retinopatía diabética y su secuela mas temida la ceguera; nefropatía que en su evolución determina la necesidad de diálisis; y neuropatía ya sea periférica o autonómica que se expresa de distintas formas: disfunción eréctil, diarreas, retención urinaria, predisponiendo a las lesiones en miembros inferiores).
Sin embargo las principales lesiones son las que afectan los grandes vasos, macrovasculares, responsables de enfermedad cerebrovascular, coronaria y de miembros inferiores. La presencia de ambas en miembros inferiores es la mayor causa de amputaciones no traumáticas. Ocho de cada diez diabéticos mueren a causa de eventos cardiovasculares, ya que tienen de dos a cuatro veces incrementada la mortalidad debido a infarto de miocardio y los accidentes cerebrovasculares.
Serie de trastornos
Pero la diabetes, junto a otros factores de riesgo acompañantes, en particular: obesidad, hipertensión arterial y alteraciones lipídicas potencian el estrés oxidativo y la disfunción endotelial, la inflamación y respuesta inmunitaria y los trastornos pro coagulantes acelerando el proceso de aterosclerosis responsable de las enfermedades cardiovasculares y del daño macrovascular.
Diagnóstico no invasivo
Existen distintas técnicas de diagnóstico no invasivas para detectar tales enfermedades cardiovasculares, entre las que se destacan: la ergometría, la perfusión con radionucleidos, el ecocardiograma con apremios, la tomografía con cortes múltiples y la resonancia nuclear magnética. Estos estudios permiten poner en evidencia la presencia de isquemia miocárdica e inferir la enfermedad coronaria.
La modalidad de estudio y cuales de estas pruebas deben ser utilizadas depende de una multiplicidad de factores a determinar en cada situación en particular.
La detección a tiempo de la patología pone en evidencia dos conceptos fundamentales:
1) La prevención a través de un diagnóstico precoz de la diabetes y de los demás factores de riesgo permite un adecuado e intensivo tratamiento.
2) El control periódico del paciente diabético -al menos una vez al año- para detectar en forma precoz las posibles complicaciones micro o macrovasculares, evitan llegar a las consecuencias mas graves: amputación de miembros o ACV, por ejemplo.