Cada vez más pequeños lo sufren. No es una novedad que el alto grado de estrés que generan los estilos de vida actuales, sobre todo en las grandes ciudades, guarda alguna relación con el malestar psicológico y los trastornos de la salud de infinidad de las personas. Esto también puede ocurrir con los niños.
Hasta ahora se ignoraba que el estrés afecta a cada vez más pequeños y a edades cada vez más precoces incluso antes de que vengan al mundo, con consecuencias que se harán sentir no sólo en sus primeros días, meses o años de vida, sino a lo largo de toda su existencia, aumentando su vulnerabilidad a enfermar. Separaciones y divorcios, enfermedades, conflictos familiares, accidentes, pérdidas y duelos, ambientes crispados, problemas escolares o con los amigos, cambios de domicilio o situación económica, sobrecarga de actividades, prisas continuas