No sos la única persona. La queja, aunque parece inofensiva, es uno de los hábitos mentales más limitantes que podemos tener. Nos ancla al problema, al pasado, a lo que “debería haber sido”.
Una mente entrenada, en cambio, aprende a observar la realidad sin dramatismo. Acepta lo que es, analiza lo que puede hacer y, desde ahí, actúa. Esta no es una habilidad innata, sino una práctica. Un músculo que se fortalece cada vez que elegimos no quedarnos en la queja.
Aceptar no es resignarse, es dejar de resistir lo que ya está ocurriendo para poder actuar con mayor claridad. Analizar no es sobrepensar, es separar hechos de interpretaciones. Resolver no siempre es tener la respuesta perfecta, pero sí comprometerse con avanzar, aún con incertidumbre.
Liderar, en cualquier ámbito – personal, profesional o emocional-, requiere esta fortaleza mental. No hablamos de dureza, sino de conciencia, flexibilidad y responsabilidad.
Podemos elegir desde dónde enfrentar los desafíos: desde el reclamo o desde la resolución. Y esa elección define nuestro impacto, nuestros vínculos, y lo más importante: nuestro bienestar.
Por: Vale Muda Directora en Grupo MEDIHOME