jueves 18 de abril de 2024
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SALUD

Cómo regresar al trabajo sin deprimirse

Llegar a la oficina directamente desde la playa puede ser realmente deprimente. Por eso, los médicos aconsejan adaptarse unos cinco días antes a la rutina diaria tras las vacaciones con el fin de evitar el conocido como ‘síndrome ‘posvacacional’.

Regresar al trabajo puede producir desequilibrios físicos y psíquicos que pueden alargarse entre 10 y 15 días. Así lo explica el presidente de la Sociedad española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), Juan de Dios González.

«Una vez incorporados hay que darse un par de semanas de margen para ir cogiendo el 100% del rendimiento en nuestra actividad laboral», añade. Normalmente, con 10 ó 15 días es suficiente para la adaptación, y en caso de durar más de tres semanas aconseja consultar al médico, «porque probablemente ya estemos hablando de otro trasfondo por el que somos incapaces de coger nuestra rutina normal». En ese caso, subraya, «incluso se puede precisar la baja laboral».

En concreto, el ‘síndrome posvacacional’ suele afectar a personas de entre 25 y 40 años. No es una depresión, sino un cuadro de alteraciones producidas por la incapacidad de adaptarse al trabajo después de las vacaciones. Muchos de quienes sufren estos problemas de adaptación son madres que compaginan el trabajo con las labores de ama de casa. Estas dificultades pasan por fatiga, irritabilidad, astenia, tristeza, ansiedad, y también se pueden tener problemas serios de insomnio, dolores musculares, taquicardias, sensaciones de ahogo y dolores abdominales.
Efectos del calor

Pero junto a los problemas por la vuelta al trabajo, médicos y psicólogos advierten de otra fuente de problemas psicológicos: el calor. Las altas temperaturas pueden afectar seriamente al humor de las personas, aumentando la irritabilidad y agresividad, explica la psicóloga María Jesús Álava.

Los niños y personas mayores resultan más sensibles ante los efectos del calor, y pueden sufrir una mayor irritabilidad. «Cuando el calor llega de golpe, produce además cansancio generalizado, apatía, decaimiento, astenia, agotamiento, sensación de malestar» y, en algunas personas, «mucho negativismo y mal humor, impaciencia y, en definitiva, dificultades de convivencia».

Una de las causas principales de este malestar psicológico son los problemas para conciliar el sueño, lo que provoca insomnio. Esto provoca que uno se despierte ya con un alto nivel de ansiedad y ante cualquier cosa se sienta «muy alterado». Además aumenta la agresividad. «Muchas de las conductas de mayor agresividad y de los sucesos más violentos se producen durante el verano bajo los efectos del calor, y no es una casualidad», explica María Jesús Álava. Recomienda dormir, hacer la siesta y beber mucha agua.

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