martes 16 de abril de 2024
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Llegó #Antony, el primer perro clonado de América Latina

Proveniente de Corea del Sur va a encontrarse mañana con la familia argentina que lo encargó, decisión que, según el representante del único laboratorio en el mundo que se ocupa de estos procedimientos, responde a “una necesidad afectiva que la ciencia puede ayudar a resolver”.

Antony, el primer perro clonado de América latina, llegó al país proveniente de Corea del Sur para encontrarse mañana con la familia argentina que lo encargó. la decisión de clonarlo, según el representante del único laboratorio en el mundo que se ocupa de estos procedimientos, responde a “una necesidad afectiva que la ciencia puede hoy ayudar a resolver”.

Vacas, caballos, porcinos, incluso tigres, chitas y gatos ya fueron clonados en Argentina pero canes no; por esa razón, las muestras genéticas del Antony original fueron llevadas al país asiático donde -tras el procedimiento de clonación- nació la nueva mascota, a la que la familia ya bautizó con el mismo nombre.

“El viernes llegó el primer can clonado de América latina al país, genéticamente igual al Antony original pero nacido 16 años después, el 10 de junio pasado”, dijo a Télam Daniel Jacoby, director de una empresa que representa al laboratorio coreano en Sudamérica.

El perro -como su original- es una mezcla de galgo con callejero, pesa unos 16 kilos, es curioso, inquieto y algo torpe en los movimientos, como cualquier otro cachorro de seis meses, y ya desarrolló un apego importante con quien se hizo cargo de él hasta el encuentro de mañana con su familia.

Para Jacoby, Antony es “la segunda oportunidad que tendrá esta familia de disfrutar y amar a su mascota. No hay nada que lo impida ya que no hay ley que lo prohíba”, acotó el representante en la región del laboratorio de Corea del Sur.

En Argentina, la clonación del primer can pudo hacerse gracias a un acuerdo con los biólogos y veterinarios del Laboratorio de Tecnología Animal de la Facultad de Veterinaria de la UBA, en su primera fase.

“En un primer momento, se extrajo el material genético de la mascota que murió y se lo sometió al procedimiento habitual para las clonaciones. Después ya en el laboratorio de Corea, fue expuesto a la reproducción celular, hasta que nació el nuevo can”, explicó Jacoby, que fue el responsable de traerlo al país.

Mañana se cerrará el círculo que se inició cuando Antony enfermó hace un año y su familia decidió que “no iba a perder ese vínculo entrañable”.

“Genéticamente es lo mismo y conductualmente dependerá de la relación que tenga con la familia que lo encargó. Supongo que, criado en la mismas condiciones que el original, el Antony actual saldrá muy parecido”, señaló el empresario, que recalcó que ya se registran en el mundo 1.000 clonaciones caninas, todas en el laboratorio de Corea del Sur.

Daniel Salamone, director del Laboratorio de Tecnología Animal de la Facultad de Veterinaria de la UBA, dijo a Télam que su departamento de reproducción animal tiene ya un largo recorrido en clonación de vacas y caballos.

“También en ese laboratorio de la Facultad de Veterinaria de la UBA hemos realizado las tareas que permitieron clonar porcinos, tigres, chitas, y gatos en otros laboratorios del país pero que en torno a los canes estamos ante el primero de su especie”, confirmó.

Salamone estimó que “introducir modificaciones genéticas, no perder las genéticas de valiosos animales -como los caballos pura sangre, campeones ovinos- y conservar especies en riesgo de extinción son las más comunes razones hoy por hoy para encarar clonaciones”.

Sin embargo, no rechazó la idea de una ciencia que pueda ofrecer herramientas para responder a iniciativas privadas como ésta y anunció que los beneficios de estos convenios pueden ayudar a solventar la actividad académica.

Estados Unidos, Canadá, Japón, India, Inglaterra, Rusia, Arabia y México son algunos de los países que registran más clonaciones de mascotas en el mundo, costumbre más vista en el ámbito del espectáculo que en otros círculos aunque ya se visualiza entre familias de altos ingresos, ya que “darse ese gusto” cuesta entre 70 y 100 mil dólares.

De todas maneras, cabe reflexionar acerca del miedo a las pérdidas y si el duelo ante la muerte de una querida mascota durante la infancia no nos preparaba para enfrentar los que la vida nos depara para el futuro!, señaló el académico.

Por Telam 

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